La mediación familiar es un procedimiento establecido por la ley chilena para resolver de forma pacífica y colaborativa ciertos conflictos entre personas que tienen un vínculo familiar, como padres, madres, hijos, hijas o cuidadores.
Consiste en que las partes se reúnan para dialogar con la ayuda de un tercero imparcial y especializado, llamado mediador o mediadora familiar, quien no impone una solución, sino que facilita la comunicación para que las personas involucradas lleguen a acuerdos voluntarios, justos y duraderos.
Este procedimiento se realiza fuera del tribunal, en un entorno confidencial y protegido, que favorece el entendimiento mutuo y evita, en muchos casos, tener que enfrentar un juicio. Su objetivo es que las propias partes tomen decisiones responsables y acordadas sobre temas que afectan a su familia.
La mediación ofrece múltiples beneficios, especialmente en materias familiares, donde el respeto mutuo y la cooperación son claves. A continuación, destacamos sus principales ventajas:
Protección de los vínculos familiares: En conflictos donde hay hijos en común, la mediación no solo busca resolver el problema jurídico, sino también cuidar la relación futura entre las partes, especialmente cuando deben continuar ejerciendo su rol parental conjunto. Esto es esencial bajo el principio del interés superior del niño, niña o adolescente (NNA), reconocido en la legislación nacional e internacional.